economía social como excusa
Por Juan Ricci
La economía Social es para nosotros una excusa para mantener despiertos nuestros sueños.
La
patria que idearon los próceres que queremos y respetamos -antes de de la
desvirtuación histórica de Mitre- era la Patria Grande.
Al
fragmentarse este concepto de Patria, al cercenarse América y de esta manera
nuestra posibilidad fraterna, también se fragmentó nuestra eticidad.
El hermanamiento
de un pueblo en el proceso de prosecución de su deseo de liberación constituye
su Proyecto Nacional y su eticidad, es decir la manera de como un pueblo elige ser fiel a su proyecto.
No
hablamos de moral, sino de eticidad; camino subjetivo de un pueblo hacia su
liberación.
Nuestra
eticidad, como pueblo, fue lacerada como resultado de las luchas entre hermanos
en el curso –especialmente- de los dos últimos siglos.
Luchas
promovidas por una clase social cuyo proyecto es el aumento de la tasa de
ganancia, aun a costa del pueblo. Opuesto por el vértice a “la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación ”.
No
otra causa tuvieron las dos Grandes Guerras mundiales del siglo XX y, en
América Latina, la fratricida Guerra del Paraguay con sus 3 millones de
victimas, los golpes militares de la década del 70 y el Golpe Militar de 1976.
La
reconstrucción de la eticidad de nuestro pueblo como proyecto Nacional de
Liberación incluye por lo tanto la realidad Latino Americana. Al partirnos el
cuerpo también se nos partió el alma.
El
proyecto era hacer desaparecer todo vestigio de eticidad popular en la
desaparición de sus principales referencias, tergiversando la historia y eliminando
todo aquello que encarnara el Proyecto Popular.
Este
trabajo de desaparición no hubiera sido posible sin una estrategia de
penetración en nuestras cabezas y de captura de nuestra subjetividad, como
personas y como pueblo, que no otra cosa es la hegemonía del poder.
Largo
proceso de desvalorización de nuestra historia, en versiones desmanteladas del
contenido colectivo y popular de liberación.
Historia
que fue reemplazada por una narración de acontecimientos personales o aislados,
disputas entre ángeles y demonios, en relatos edulcorados y aburridos para los
escolares y discurso remanido y mil veces repetido –sin creación indagatoria
alguna- para los adultos.
Es
lógico que no se respete lo que no se valora, o dicho en otra forma, la
desvalorización justifica la traición. Y así, de alguna manera, todos nos vamos
convirtiendo en traidores inconscientes ... de nosotros mismos!.
Porque,
¿Cuáles eran los objetivos de aquellos próceres, San Martín, Moreno Artigas,
Belgrano, Perón? ¿Por qué luchaban y morían?
De la
revisión histórica de los hechos que protagonizaron podemos inferir que para
ellos:
Ø siempre la Patria
fue Latinoamérica.
Ø Siempre los Pueblos debían ser
respetados y de ellos provendría el supremo
mandato
Ø Siempre la economía debía
estar subordinada a la política del
pueblo
Ø Siempre el objetivo final era
la libertad, libertad de toda opresión.
Para
esto vivían y por esto morían...!
Para
todos ellos la liberación pasaba económicamente por un diseño independiente y
autónomo, es decir, un desarrollo económico y productivo centrado en nuestras
necesidades y a partir de nuestras potencialidades, tomando posiciones
ventajosas en el mundo justamente desde nuestras diferencias culturales y
geográficas. Desde distintas visiones promovían el proceso de la Patria socialmente justa,
económicamente libre y políticamente soberana.
De
modo que lo primero era crear el sentido político y cultural de lo nuestro, pues este sentido debía
sostener un particular modo económico de vincularnos.
Podemos
hoy habitar la idea de los que nos
precedieron, volviéndola parte de nuestro cuerpo ético, desde el trabajo de la
Economía Social , que para nosotros es:
La
liberación de nuevas formas y vínculos económicos que puedan dar respuesta
efectiva a nuestras necesidades complejas y crecientes.
La
lucha por la equidad en el proceso de regulación del país, capturado por las
corporaciones.
La
valoración territorial de nuestros emprendimientos, arraigados en el suelo y en
la gente.
La
superación de la individualidad, en lo que tiene de confinamiento en si, por la grupalidad
como sujeto dinámico de nuestra tarea.
El
desarrollo de tecnologías de crecimiento productivo y relacional en condiciones
de disputar espacios económicos y políticos.
La
recuperación de nuestra historia como proceso de identidad y como búsqueda de
nuestra eticidad cultural, personal y comunitaria.
La
religación de los hechos de hoy con los del pasado, y la religación de nuestras
diferencias culturales.
La
unidad de todas las formas populares, como criterio de sustentabilidad de cada
uno de ellos.
El
reencuentro con una identidad que nos fue arrebatada y desaparecida, cuyo marco
es América Latina.
De
modo que nuestros objetivos como militantes de la Economía Social
coinciden con los de nuestros próceres. Estamos pensando y nos preocupan las
mismas cosas que a ellos los ocupaba. Nuestro trabajo no empezó con nosotros,
solo estamos tomando un estandarte, levantando una Bandera, que a su vez,
pasaremos.
Este
es para nosotros el sentido de una necesaria politización del concepto de
Economía social, redimensionado no solo como trabajo territorial sino como
proyecto de Liberación.
taller de economía social
Juan Eugenio Ricci coordinará un taller de economía social este miércoles 21 de marzo a las 20 hs., en Club de la Tercera Edad Francisco Alvarez, Semana de Mayo y San Martín (Embarcadero), Fco. Alvarez.
Al encuentro están invitadas cooperativas, mutuales, organizaciones sociales y particulares interesados.
La economía social va tomando, día a día, más relevancia en el mundo como otra manera de informarse, conocer y organizarse. En nuestro país existe un interesante desarrollo sobre la base histórica de cooperativas, mutuales y organizaciones sociales comprometidas con el progreso, entendido este como avance no solo tecnológico sino tambien -y sobre todo- relacional.
economía social "ruptura creativa"
Por Juan E. Ricci
La Economía Social es ruptura creativa. No puede ser Economía Social la continuidad de las prácticas capitalistas encubiertas bajo formas cooperativas. Podemos aceptarlo como dato de la realidad y de estos tiempos, como conflicto, como hipótesis de trabajo....bajo el titulo de investigación: “por qué se desvirtúan las organizaciones de la economía social”....pero no podemos aceptarlo como horizonte de nuestros objetivos. No podemos tomar como Economía Social la unión de empresas cuya lógica es la ganancia y su desarrollo se basa en la acumulación. La Economía Social es otra manera de producir, otra manera de vincularnos entre nosotros, se trata de otra calidad de nuestros vínculos intersubjetivos. Todo nuestro trabajo de reproducción de la vida, que incluye la producción de trabajo material o simbólico y nuestras relaciones, constituye un trabajo humano integrado que nos interesa como subjetividad, como practicas intersubjetivas. Así construye el hombre la realidad, pero la realidad que quiere construir la Economía Social es una realidad que potencia la satisfacción de los deseos personales y sociales de nuestra comunidad.
La construcción de otra realidad demanda un fino trabajo que por lo menos tiene dos momentos, el de la politización y el de construcción de conciencia.
Politización....arte de conquistar nuevos significados y nuevos derechos, como intervención instituyente, o como actividad explicita y lucida de construcción de instituciones socialmente deseables.
Politización, como proceso critico de la historia, es decir análisis reflexivo de cómo ha incidido la historia en nosotros, para desarrollar estrategias mas claras y mas precisas de lo que queremos y deseamos, de cómo cambiamos la historia.
Politización que implica sostener una ética en medio de la creación.
Pero aquí ya estamos en el otro campo, en el de la conciencia.
Politización que construye conciencia, y su correlato colectivo que es la ideología. Pero estamos inmersos en una realidad irrigada por una hegemónica concepción del mundo, que cuenta con una estructura ideológica de medios, instituciones, organizaciones y aparatos culturales y coercitivos sustentados en valores y principios, que no son precisamente los que nos interesan.
Europa nos recoloniza después de 1492, mediante dos relatos: el del todo binario y el del todo funcional. Por el primero, la realidad es polar, la sociedad dividida en dos, confrontativa, moral. Bien, mal, revolución.
Siempre un polo está por encima del otro. Esta polaridad ocupa toda la realidad. Siempre hay alguien, sacerdote, científico, político, país o sociedad mas avanzada, que pueden establecer un juicio, decirnos para donde se debe andar.
Nosotros, desde el subdesarrollo, debíamos mirar a los países desarrollados. Pero también, las organizaciones populares de nuestras sociedades debían mimetizarse con pautas de funcionamiento que respondan a categorías de eficiencia y utilidad, afines al discurso hegemónico. Desde esta recolonización se prepara el camino para la homogenización, la igualación, las series humanas.
Nosotros, desde el subdesarrollo, debíamos mirar a los países desarrollados. Pero también, las organizaciones populares de nuestras sociedades debían mimetizarse con pautas de funcionamiento que respondan a categorías de eficiencia y utilidad, afines al discurso hegemónico. Desde esta recolonización se prepara el camino para la homogenización, la igualación, las series humanas.
El otro relato es el del todo funcional, también funcional al primer relato: todo debe ser eficiente, hábil para la producción, útil, en el sentido productivo. Queda claro por esta vía la desvalorización de los afectos y de la sensibilidad, es decir de lo que hace humano al humano.
Entre estos dos relatos, bipolaridad y funcionalismo instrumental, la crisis actual. Crisis, donde lo viejo ya no nos sirve, y lo nuevo aun no nació. Crisis de alienación, donde sentimos un malestar constante... este malestar es la incapacidad de ser. Precariedad no solo laboral, sino también del ser. Malestar que se va constituyendo en una verdadera cuestión social, vivir a medias, sentir a medias. Pero malestar que ocupa el lugar que tendría que ocupar la autonomía, es decir, lo nuestro.
Bertold Brecht lo dice bien: “Mi pan lo comí entre batalla y batalla. Entre asesinos dormí, hice el amor sin prestarle mucha atención, y contemple la naturaleza con impaciencia. Así pasé el tiempo que me fue concedido en la tierra”...
Pero la economía social como ruptura creativa, significaría saltar el cerco de los principios y valores que sostienen perversamente un orden de cosas que no nos conviene. Y avanzar hacia lo que queremos, hacia la construcción de una realidad que nos conviene.
Los procesos de subjetivación es decir las diversas maneras por las cuales los individuos y las colectividades se constituyen como sujetos, y constituyen al sujeto colectivo “solo valen en la medida en que, cuando acontecen escapan a los saberes constituidos y los poderes dominantes”, decía Deleuze.
Eso es trabajo político.
Irrigar la vida con creación.
El hombre es esencialmente pluralidad, no individualidad. Como tal, la suprema acción humana es la colectiva, y esto es la política. La política es la presencia de lo nuevo, que eso es también la característica del hombre: siempre la innovación.
Siempre saltando cercos de contención. Siempre la creación, hacia la construcción de vínculos, relaciones, maneras de producir, y de mirarnos y de pararnos que nos resulten placenteros y nos e-mocionen. He ahí el proyecto de la Economía Social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario